viernes, 22 de abril de 2011

La Fragmentación de Tejido Social y la Familia Rural e Indígena en México



La Fragmentación de Tejido Social y la Familia Rural e Indígena en México
Dr. Salomón Nahmad S. (CIESAS-Oaxaca)
Álvaro González R. (Grupo Mesófilo A. C.)
Resumen Ejecutivo

1.           El papel de la familia en la transmisión/reproducción de los patrones culturales

Dentro de las ciencias sociales es reconocido que el funcionamiento y reproducción de cualquier grupo social se da a partir de la célula básica que compone el tejido social: la familia. La familia es el ámbito donde se crían, endoculturan y socializan las nuevas generaciones, donde se protege y alimenta a los menores, se les enseña a conducirse de acuerdo con las normas del grupo y se les transmiten los conocimientos culturales básicos para la sobrevivencia.  Además, en este ámbito los individuos obtienen una identidad que los identifica como miembros de ciertos ámbitos geográficos y culturales específicos que le confieren identidad y valores éticos, sociales, ideológicos y morales diversos. Pero la familia, o las familias, se encuentran inmersas en un ámbito social mayor que, a su vez, retroalimenta y define esos valores, dando lugar a una interacción recíproca, donde no siempre los valores familiares, traducidos  en patrones culturales, van en concordancia con los provenientes del ámbito externo.

1.1         Familia rural e indígena y sociedad en México

Considerando las cifras del reciente censo de población y vivienda y a los criterios oficiales para definir al ámbito rural y a la población indígena[1] vemos que ambos rubros demográficos continúan en descenso; así para el INEGI actualmente 22% de la población reside en localidades menores a 2,499 habitantes frente a 25% en el 2000, mientras se reconoce a  6,913,362 personas de 3 años o más  como indígenas. Bajo una perspectiva más amplia, otras fuentes señalan que dadas las condiciones socio-económicas regionales, los espacios rurales pueden abarcar poblaciones de hasta 15 mil personas, que representaría el 36% de la población total nacional. Desde la perspectiva cultural, la población indígena podría ser fácilmente el doble de la reconocida oficialmente.

1.2 La diversidad de estructuras familiares

Diseñar políticas públicas efectivas requiere conocer con precisión cuál es el ámbito espacial o medio social específico donde se ubica el sujeto de la acción institucional, así como las características específicas de, en este caso, las familias insertas en dichos ámbitos, que remiten a un espectro  diverso, plural y multiétnico.

Frente a esta pluralidad, el estado da el mismo tratamiento a las familias, donde, por citar un caso, se les otorga un subsidio semejante vía el programa Oportunidades o el Procampo, sin atender a sus diferencias y, vital, sin medir al detalle qué tipo de impactos tienen esas políticas al interior de cada tipo de familia. Frente a la pluralidad y diversidad cultural del país, el estado genera políticas públicas homogéneas, que hacen tabla rasa de los diferentes tipos de familias. Se hace indispensable, pues, contar con una tipología sobre las familias, donde los estudios de Nahmad, Carrasco y Nava proporcionan un marco de referencia inicial a ese propósito, proponiendo para el ámbito rural-indígena al menos 4 tipos de estructuras familiares.[2]

2.           Las causas estructurales en la fragmentación familiar

2.1         La pobreza

Entre los factores que inciden en la desintegración familiar, la pobreza se encuentra en la raíz del problema. México es un país donde 47.19 millones de personas, equivalente  44.2% de la población, vive en pobreza, multidimensional, de acuerdo a los parámetros cuantitativos empleados por el estado mexicano para medirla. En el sureste del país se concentran algunos de los mayores recursos renovables y no renovables estratégicos del país, como los hídricos, bosques, biodiversidad, recursos pesqueros y energéticos. Sin embargo, la presencia de este potencial natural no es un factor que genere condiciones de vida aceptables para la población de los estados con los mayores índices de pobreza. Se trata de entidades con las mayores concentraciones de población indígena y altos porcentajes de población rural, los dos estratos poblacionales con las mayores carencias sociales de todo tipo: a nivel nacional la pobreza en el sector rural es 2.5 veces mayor que en el urbano, mientrás que la población indígena se concentra en los municipios de mayor pobreza, tanto a nivel rural como urbano.
La pobreza conlleva aparejada la inequidad social, y en este sentido resalta que hay no un solo México, sino varios, ya que la pobreza y la inequidad se expresan y viven de manera diferenciada a lo largo y ancho del país y sus manifestaciones e impactos en las estructuras familiares y el tejido social en general presentan características diferenciales: hay muchos Méxicos urbanos, rurales y étnicos, por lo que las estrategias institucionales homogéneas para combatir la pobreza no garantizan los mismos resultados en todos los casos. Lo que sí es similar entre los diversos sectores poblacionales en pobreza es la búsqueda de alternativas para salir adelante, aunque esto represente, entre otras implicaciones, la desintegración familiar, como es el caso de la estrategia de mayor aceptación social para mitigar la pobreza: la emigración, opción practicada por una de cada 16 personas según los resultados del último censo de población y vivienda.
En buena medida la pobreza, y la consecuente emigración del ámbito rural indígena se debe a la inoperancia de las políticas agropecuarias: el ITESEM señala “En 30 años el sistema agrario y ganadero mexicano no ha logrado avanzar de manera significativa en términos de producción alimentaria, lo que ha derivado en que buena parte de la población no tenga para alimentarse adecuadamente El análisis destaca que en 1980 la producción nacional de maíz alcanzaba para que cada mexicano consumiera 489 gramos del cereal a diario, mientras en 2008 alcanzaba para 604 gramos, un avance de apenas 115 gramos en casi tres décadas.[3].
3.                          Los impactos de la migración en la familia
Las consecuencias para miles de familias son fácilmente reconocibles, destacando la ausencia temporal o definitiva del jefe de familia; el crecimiento de las jefaturas femeninas; la pérdida de capital social en edad productiva; el  abandono de las actividades agropecuarias de subsistencia por falta de mano de obra; el trastocamiento de los valores culturales comunitarios y la pérdida de la soberanía alimentaria.
4.                  El aumento de la violencia y la desintegración familiar
Además de la pobreza, y todas sus secuelas, hay otros factores que contribuyen a la desintegración familiar en el sector rural e indígena. Sobresale el aumento de la violencia a causa de la lucha contra el crimen organizado y todas las formas de violencia intrafamiliar derivada del machismo y las pugnas entre comunidades y municipios por conflictos agrarios, políticos, presupuestarios, etc. Las consecuencias  sociales son impactantes, hablándose de miles de muertos donde  destacan los procedentes de poblaciones rurales e indígenas, quienes ante la falta de oportunidades laborales son reclutados por los diversos grupos de delincuentes para dirimir sus diferencias y llevar a cabo sus actividades ilícitas.
5.                  El papel de las instituciones en el ámbito familiar
De manera creciente, el estado, a través de sus distintos órdenes de gobierno, destina una parte considerable de recursos para el gasto social para combatir la pobreza, la inequidad en sus varias manifestaciones y  de atención directa a la familia. Entre 1990 y 2006  el gasto en materia social ha venido creciendo, como muestra la siguiente ilustración. Entre 2000 y 2006, la pobreza de patrimonio a nivel nacional se redujo de 53.6 a 42.6 %, y la pobreza alimentaria se redujo de 24.1 a 13.8%. En las localidades rurales menores a 15 mil habitantes, el número de personas en de pobreza de patrimonio disminuyó de 69.2 a 54.7% de la población y  el número de personas en condición de pobreza alimentaria pasó de 42.4 a 24.5%.  Las cifras indican avances, pero ¿son realmente significativos cualitativamente  o representan meros paliativos que mantienen a la mayor parte de la población en un ámbito de desigualdad, inequidad y precariedad social? Los informes del CONEVAL sobre los programas sociales que inciden directamente en las familias muestran que “Las instituciones combaten los síntomas de la pobreza: ingreso, alimentación, escolaridad, empleo, desnutrición, etc., pero con serios problemas de coordinación y planeación estratégica entre sí, como muestran las evaluaciones al respecto.”  
6. Estrategias factibles:
a.            Considerar la diversidad socio-cultural familiar del país en el diseño e implementación de la política pública rural, además de las mediciones cuantitativas sobre pobreza y rezago social, que deben guiar los montos a destinar según entidad, pero bajo patrones culturales específicos sobre las condiciones contextuales  regionales, micro regionales  y comunitarias.
b.            Elaborar los inventarios sobre la diversidad rural municipal, comunitaria y familiar del país y generar Inventarios sobre qué tipo de programas prioritarios sociales y productivos recibe cada familia.
c.            El diseño e implementación de políticas públicas regionales y micro regionales culturalmente efectivos debe ser responsabilidad de los gobiernos estatales en estrecha colaboración con las dependencias federales, para dar sentido específico a la inversión federal.
d.     Promover la creación de redes de monitoreo y acción ciudadana en materia de seguridad pública, derechos humanos y de género y acceso equitativo a la administración de justicia.
e. La SAGARPA deberá reorientar sus programas para fortalecer de manera prioritaria la recuperación de la soberanía alimentaria en los municipios, comunidades y ejidos de mayor pobreza e índices de migración vía la optimización de la agricultura de autoconsumo; además deberá apoyar a la promoción efectiva de los cultivos comerciales propios de los sectores campesinos e indígenas, para generar ingresos y empleo.
f.             Es necesario mejorar la relación entre el poder judicial estatal y federal para dar seguridad y garantizar los derechos humanos de los campesinos y de los indígenas.
g.  Finalmente, es indispensable considerar con seriedad en la planeación institucional las observaciones y recomendaciones sobre las insuficiencias y deficiencias de las políticas públicas de combate a la pobreza, promoción de la equidad, respeto a los derechos humanos y estrategia de seguridad, realizadas por el  CONEVAL y otros organismos internacionales especializados.


[1] El INEGI considera población rural a aquella que reside en localidades menores a 2,499 habitantes y como indígena a quienes afirman hablar alguna lengua materna mayores de 3 años.
[2] Salomón Nahmad, Tania Carrasco, y Elena Nava*** Elementos para la construcción de una tipología de la pobreza rural en México.
[3] Centro de Investigación en Economía y Negocios (CIEN), del ITESM, en Juan Carlos Miranda y Susana González/Periódico La Jornada, 2011.
Para una versión pdf del artículo en extenso o este resumen: alvaroax@prodigy.net.mx

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